La UE no tiene ‘ninguna posibilidad’ de independencia en chips. Tampoco nadie más.
The EU has no chance of chip independence. Neither does anyone else.
Nuestro mundo funciona con semiconductores. Los fragmentos de silicio proporcionan cerebros electrónicos a teléfonos, computadoras, automóviles, centros de datos y mercados bursátiles. También son la columna vertebral digital de los ejércitos modernos.
Algunos de los primeros chips fabricados se utilizaron en sistemas de guía de misiles. Hoy en día, alimentan innumerables dispositivos militares, desde aviones de combate y obuses hasta radios y radares.
En la guerra entre Rusia y Ucrania, los chips alimentan los lanzadores de cohetes HIMARS, los misiles antitanque Javelin y los satélites de comunicaciones Starlink. También son fundamentales en la carrera armamentista en curso en Asia Oriental, donde las disputas territoriales en los mares de China Oriental y Meridional corren el riesgo de convertirse en un conflicto importante. El surgimiento de la inteligencia artificial agrega otra dimensión a las tensiones: ahora hay escasez de chips de IA.
En la Unión Europea, las escaseces y fricciones han llevado al bloque a introducir el Acta de Chips de 43.000 millones de euros. El paquete de inversión tiene como objetivo impulsar la producción local y reducir las dependencias internacionales. Sin embargo, los expertos han minimizado cualquier perspectiva de soberanía.
Según Chris Miller, autor de “Chip War”, la UE no tiene “ninguna posibilidad” de independencia en semiconductores, al igual que cualquier otra persona.
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El problema, argumenta, es que la cadena de suministro es simplemente demasiado globalizada e interconectada.
“La independencia es desesperanzadora”, dijo Miller, historiador económico, a TNW en la feria tecnológica IFA de Berlín. “No va a suceder, ni creo que Europa lo esté buscando”.
Una industria dividida
En “Chip War”, Miller relata la batalla de décadas para controlar los semiconductores, que hoy se centra en la rivalidad entre Estados Unidos y China. Las tensiones entre las naciones han dividido el mundo de los chips en dos.
A medida que las fracturas se amplían, Beijing está tratando de fortalecer la autosuficiencia en semiconductores. Actualmente, es el mayor importador mundial de estos dispositivos, gastando más dinero en importarlos que en petróleo.

Para limitar las ambiciones de China, Washington ha impuesto amplios controles de exportación sobre la tecnología de chips. En 2022, la administración Biden impuso sus sanciones más duras hasta ahora. Según las nuevas reglas, la Casa Blanca podría bloquear no solo las ventas de chips fabricados en Estados Unidos, sino también los chips que utilizan componentes o software estadounidenses.
Esta medida ha interrumpido el comercio de China con Taiwán, que produce más del 60% de los semiconductores del mundo y más del 90% de los más avanzados.
Beijing también ha encontrado problemas en la UE, que cuenta con su propio gigante de los chips: ASML.
La empresa holandesa es el principal fabricante mundial de equipos para la fabricación de chips de alta gama. Sin su equipo, las empresas chinas tendrán dificultades para producir chips avanzados.
Ese resultado podría convertirse pronto en una realidad.
El futuro de los chips en Europa
Bajo la presión de Estados Unidos, los Países Bajos comenzaron a restringir las exportaciones de equipos avanzados para la fabricación de chips el 1 de septiembre.
Esta medida ha generado temores de que China imponga restricciones de represalia. Sin embargo, Miller espera que Beijing proceda con cautela. Señala que la represalia podría tener un efecto contrario.
“China podría causar interrupciones en las cadenas de suministro, pero también podrían verse afectados tanto como el Occidente por esas interrupciones”, dijo.
No obstante, las discordias han intensificado los llamados a la autonomía. En respuesta, la UE ha planeado producir el 20% de los semiconductores del mundo, duplicando su participación actual, para 2030.
Es un objetivo que Miller considera “posible”, pero solo con un fuerte apoyo de los Estados miembros y las empresas.
Este enfoque ha sentado un precedente este año en Alemania. Después de recibir enormes subsidios, tanto Intel como TSMC de Taiwán se han comprometido a construir fábricas de chips en el país.
En última instancia, la independencia en semiconductores puede ser imposible, pero la UE ya tiene algunas fortalezas únicas. En herramientas de máquina y semiconductores de potencia, por ejemplo, el bloque alberga a algunos de los líderes mundiales.
“Creo que Europa debería seguir centrada en lo que históricamente se le ha dado muy bien, que es invertir en industrias manufactureras intensivas en I+D”, dijo Miller.
“El objetivo es tener empresas de chips rentables con posiciones de liderazgo tecnológico, y Europa tiene eso”.